La diplomacia y los viajes gubernamentales en tiempos de guerra

La diplomacia y los viajes gubernamentales en tiempos de guerra

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Muchos episodios de la historia de la humanidad, y por desgracia, aunque cada vez más aislados, de nuestro presente, han estado marcados por los conflictos bélicos. En estos oscuros acontecimientos, que enfrentan a dos o más facciones haciendo uso de la fuerza y las armas, paralizan la práctica totalidad de las actividades cotidianas. Sin embargo, a pesar de la escalada bélica, durante los mismos suele existir un continuo esfuerzo, o voluntad, tanto por parte de los contendientes, como por parte de terceros, para zanjar cuanto antes el conflicto.

Estos esfuerzos se traducen en reuniones que tienen como principal objeto negociar la paz. En las mismas se dan cita los principales líderes y representantes implicados, lo que conlleva el desplazamiento, en tiempos de guerra, de primeros ministros, jefes de Estado, militares de alto rango, diplomáticos, asesores, expertos, etc. con el consiguiente despliegue en términos de seguridad, protocolo, alojamiento y cobertura mediática que ello implica.

Aunque fueron más frecuentes a lo largo del siglo XX, se considera que estos viajes tal y como los conocemos hoy día, surgieron a raíz del Congreso de Viena en 1814, en el ocaso de las guerras napoleónicas, el cual tuvo lugar en el Palacio Ballhausplatz de la capital austriaca. En este Palacio se reunieron representantes de los principales contendientes e implicados. A pesar de que el conflicto aún no había terminado, la definitiva derrota de Napoleón Bonaparte se presuponía cercana, por lo que el principal objetivo del Congreso fue el de configurar el escenario político europeo tras el fin del conflicto. Resulta sumamente importante porque, aunque tuviese lugar con la guerra todavía activa, se desarrolló sin incidencias, y al mismo acudieron delegaciones de todo tipo, desde gubernamentales e institucionales, a grupos de presión, representantes religiosos y un largo etcétera.

Un buen ejemplo de este tipo de viajes gubernamentales en tiempos de guerra, pero realizados en territorios neutrales, con objeto de llegar a puntos en común y alcanzar acuerdos de paz, lo encontramos en la Conferencia de Algeciras (España) de 1906. Este encuentro tuvo lugar con la intención de resolver la crisis diplomática y militar que tenía lugar en marruecos y cuyos principales protagonistas eran Francia y Alemania. Además, la cumbre contó con la participación de terceros como España, Reino Unido, Estados Unidos y Rusia, lo que contribuyó finalmente a la resolución del conflicto de forma pacífica.

El siglo XX fue sumamente convulso a todos los efectos, y tanto las dos guerras mundiales como la Guerra Fría trajeron consigo un gran número de desplazamientos gubernamentales orientados a solucionar los conflictos que se venían sucediendo. El primero de estos grandes encuentros tuvo lugar en Versalles (Francia), en 1919, una vez finalizada la Gran Guerra –también llamada Primera Guerra Mundial-. Aunque es cierto que cuando se reunieron delegaciones de, prácticamente, todos los países del mundo en Versalles la guerra ya había acabado, Europa se encontraba sufriendo, todavía, los desastres del conflicto, con una situación económica muy delicada, convulsión social y, además, el hándicap de que todavía el mundo se encontraba sumido en la pandemia de H1N1 –mal llamada Gripe Española-. Esto motivó que, además de todas las medidas protocolarias comunes a este tipo de eventos, se sumasen importantes medidas de seguridad, puesto que el principal objetivo de esta cumbre fue el de restaurar el escenario europeo y norteafricano, con Alemania, Austria o Turquía en el punto de mira. Además, Rusia, como tal, ya no existía, y se encontraba sumida en una guerra civil que desembocaría, posteriormente, en la creación de la Unión Soviética (URSS).

El período de entreguerras transcurrió, como su nombre indica, casi sin conflictos de importancia, pero a caballo entre la Gran Depresión de 1929, el ascenso de los totalitarismos y un aumento de la industria bélica en todo el mundo.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 marcó uno de los episodios más oscuros de la historia de la humanidad. El número de países implicados, incluyendo a todas las superpotencias de la época, el elevado número de víctimas, tanto militares como civiles, el Holocausto, la destrucción material y económica de toda Europa y parte de Asia, etc. fueron actos, deliberados, que hasta entonces no se habían producido en ningún conflicto del que se tenga constancia.

La duración de la guerra, además, motivó que durante la misma se creasen dos bandos principales: los llamados Aliados, y el Eje. En el primero se encontraban Reino Unido, Francia y Estados Unidos, entre muchos otros. En el segundo, Alemania, Italia y Japón, también con muchos otros países. En tercer lugar se encontraba la URSS, que se alineó con los aliados en su lucha contra los alemanes e italianos en el Este, y contra los japoneses en el Oeste. Y, en cuarto lugar, existieron otros bandos de menor calado geopolítico –en la época-, como fue el de la China Nacionalista, la China Comunista o terceros países que, de una forma u otra, intervinieron en el conflicto, como Suiza, España, Argentina, etc.

La guerra trajo consigo tres encuentros de carácter diplomático, al más alto nivel, que resultaron fundamentales en el devenir de la misma, y que mostraron el compromiso de los Aliados y la Unión Soviética para restablecer, de una forma u otra, el statu quo en el mundo, y el fin del conflicto:

  • Conferencia de Casablanca (Marruecos), en enero 1943. Tuvo lugar en el icónico Hotel Anfa, y en ella se reunieron Franklin D. Roosevelt Presidente de Estados Unidos, Winston Churchill, Primer Ministro británico, y Charles de Gaulle, por parte de la denominada Francia Libre. Iósif Stalin, de la URSS, también fue invitado, pero no pudo acudir debido a la cruenta batalla de Stalingrado que estaba teniendo lugar en territorio soviético.
    A pesar de celebrarse en el ecuador de la guerra, en la Conferencia de Casablanca se coordinaron las acciones por parte de los Aliados y la URSS con el objetivo de atajar el conflicto lo antes posible. Así, en la misma se decidió una acción conjunta que tendría como resultado la inmediata liberación de Italia por parte de los Aliados, un factor clave que redujo, considerablemente, la duración de la guerra. En términos de seguridad resulta especialmente importante, ya que tuvo lugar en Marruecos, hasta hace poco en manos de la Francia de Vichy y los alemanes, con el desplazamiento vía aérea de todos sus representantes, a pesar de un cielo europeo dominado por la Luftwaffe alemana.
  • Conferencia de Teherán (Persia), en noviembre de 1943. Se trata de una de las más icónicas de la Segunda Guerra Mundial, a la que acudieron Iósif Stalin por la URSS, Winston Churchill por Reino Unido y Franklin D. Roosevelt por parte de Estados Unidos. Al celebrarse en un territorio neutral, cercano a la URSS, fue una cumbre cargada de pompa y protocolo, en la que durante la cena de gala Churchill obsequió a Stalin con una espada ceremonial a petición del Rey Jorge VI en conmemoración por la victoria soviética en Stalingrado. Con la derrota del Eje cada vez más cerca, en ella se coordinó la denominada pinza que los Aliados y la URSS pretendían realizar a Alemania desde todos los puntos cardinales. Fue tal su importancia, que, gracias a su famosa fotografía, a sus protagonistas se les denominó popularmente como los “Tres Grandes”, debido al poder militar y económico que, en aquel entonces, tenían Estados Unidos, la URSS y Reino Unido.
  • Conferencia de Yalta (URSS), en febrero de 1945. La victoria por parte de los Aliados y la URSS estaba cada vez más cerca. El radio de acción de los alemanes ya se encontraba reducido a la mínima expresión y la capitulación era inminente. En una Unión Soviética completamente liberada, se celebró en el Palacio de Livadia, y las condiciones de seguridad fueron mucho más relajadas que en otras ocasiones, debido al positivo avance de la guerra. Es, quizá, la más importante reunión de toda la Segunda Guerra Mundial, en la que el protocolo quedó relegado a un segundo plano, al tratarse, más bien, de una cumbre orientada a unos objetivos muy concretos: el rediseño del mapa europeo tras la derrota alemana y la creación de la futura Organización de las Naciones Unidas (ONU). Fue la última conferencia de los “Tres Grandes”, ya que poco después, Franklin D. Roosevelt fallecía de forma prematura a la edad de 63 años.
  • Conferencia de Postdam (Alemania), entre julio y agosto de 1945. Se produce tras la victoria de los Aliados y la URSS sobre el Eje, y con la derrota de Japón cerca. A ella acudieron Iósif Stalin por parte de la URSS, Winston Churchill por Reino Unido y Harry S. Truman por Estados Unidos.En Postdam se configura, definitivamente, el mapa europeo tras la guerra, promoviéndose la desmilitarización y democratización de los territorios anteriormente ocupados por los alemanes. Del mismo modo, también se establecen los principales parámetros bajo los que juzgar a los criminales de guerra alemanes, y durante la misma, a pesar de la concordia, el protocolo y la cooperación, se inician las diferencias entre el bloque capitalista –Estados Unidos y Reino Unido- y el comunista –Unión Soviética-, siendo este uno de los principales detonantes de la inminente Guerra Fría.

En lo restante del siglo XX, y comienzos del siglo XXI, gracias a la labor de organismos internacionales como la ONU y a un rediseño de la geopolítica, los conflictos fueron cada vez más aislados y de menor intensidad. Sin embargo, acontecimientos como la Guerra Fría (1945-1991), propiciaron multitud de cumbres bilaterales y multilaterales entre Estados Unidos, la URSS y sus satélites, con el objetivo de evitar una escalada militar y rebajar la tensión entre ambas potencias.

De hecho, la caída de la URSS en 1991 no supuso el fin de la pugna entre las potencias occidentales y orientales. La rápida recuperación de Rusia, junto al meteórico ascenso económico, industrial y militar de China, ha llevado a que este tipo de reuniones, en las que la seguridad y el protocolo, llevados a la máxima expresión, se fusionan para dar lugar a encuentros de suma importancia a nivel internacional, sean cada vez más frecuentes. Uno de los ejemplos más recientes lo encontramos en la cumbre llevada a cabo entre Estados Unidos y Rusia en enero de 2022 en Ginebra (Suiza), en plena pandemia de COVID-19, y cuyo objetivo fue el de llegar a determinados acuerdos y rebajar la tensión con respecto a la crisis ucraniana.



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