Muerte de Benedicto XVI: 3 claves de un funeral de Estado inédito
- Emmanuel González
- Viajes Gubernamentales
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El reciente fallecimiento del Papa Emérito de la Iglesia Católica, Joseph Ratzinger, más conocido por su nombre pontificio Benedicto XVI, el pasado 31 de diciembre de 2022, ha marcado un nuevo hecho histórico en la historia de occidente y de la Iglesia Católica, ya que será el primer funeral de un Papa oficiado por otro Papa: Francisco I.
El Estado Vaticano, por sus propias características, funciona de facto como una monarquía electiva, en la que el siguiente Jefe de Estado es elegido por parte de las autoridades de mayor rango de la Iglesia Católica. Tradición heredada, en primera instancia, del Imperio Romano y, posteriormente, de monarquías medievales como la visigoda, la bizantina o la polaca.
Al margen de la importancia que conlleva la muerte de un Papa a nivel internacional, incluso en países y territorios cuya confesión mayoritaria no es la católica, es importante tener en cuenta que, a efectos prácticos, se trata de la muerte de un Jefe de Estado y ello implica una serie elementos en los que autoridades gubernamentales e institucionales de todo el mundo participan, así como el ejercicio de un estricto protocolo eclesiástico.
- El protocolo: un aspecto fundamental.
En todo país del mundo, la muerte de un Jefe de Estado conlleva una serie de actos solemnes y elementos protocolarios que varían en función del tipo de gobierno que existe, la cultura, la tradición, la devoción y la religión que se profesa.
En el caso de la Iglesia Católica, que se rige por el denominado Ritual Romano, se establecen tres días de capilla ardiente, a la que pueden acceder tanto autoridades como fieles de todas partes del mundo. Ello se debe a que el entierro de un Papa no puede suceder nunca antes de los cuatro días de su muerte, ni tampoco más allá de los seis.
El funeral, por tanto, tendrá lugar el día 5 de enero a las 9:30 AM, hora local en Roma, y en contraposición a otros funerales pontificios, se tratará de un entierro sobrio, en la cripta de la Basílica de San Pedro y, concretamente, en la misma tumba que el Papa Juan Pablo II.
- Sin cambios institucionales: no habrá fumata blanca por primera vez en cinco siglos.
Benedicto XVI ha muerto con un Papa ya electo desde hace años, Francisco I, lo que implica que no habrá cambio institucional de ningún tipo en el seno del Estado Vaticano. Por tanto, no habrá elección de un nuevo Papa, las autoridades gubernamentales, institucionales y religiosas de todo el mundo no tendrán que tener audiencia con un nuevo Papa, ni tampoco habrá cambios significativos en las relaciones exteriores del Vaticano con otros países, ya que el gobierno de Francisco I se mantendrá intacto.
Esto, además, conlleva un hecho insólito: se destruirá el anillo del pescador de Benedicto XVI. La tradición marca que el anillo pontificio debe fundirse y, con sus restos, fabricar uno nuevo para su sucesor. Debido a que han coexistido dos papas –dos jefes de Estado, uno de ellos emérito-, han coexistido también dos anillos del pescador, por lo que el de Benedicto XVI será destruido, quedando únicamente el de Francisco I.
- Un importante despliegue de seguridad: visitas de delegaciones gubernamentales, institucionales, religiosas y fieles de todo el mundo.
La muerte de Benedicto XVI, de origen alemán, ha motivado que, de cara a su funeral, sean tres las delegaciones oficiales a la cabeza del mismo:
- En primera instancia, el propio Vaticano, encabezada por el Papa Francisco I, que será el encargado de oficiar el funeral.
- En segunda instancia, del Gobierno de Italia, como marca la tradición, con la recién elegida presidenta Giorgia Meloni y el presidente Sergio Mattarella. Ello se debe a que, a pesar de tratarse de un Estado independiente, el Vaticano no solo se encuentra en Italia sino que, en muchos aspectos, depende de Italia para su correcto funcionamiento.
- En tercera instancia, del Gobierno de Alemania, debido al origen germano del fallecido.
Además, acudirán importantes y nutridas delegaciones de todo el mundo, sobre todo encabezadas por jefes de Estado, jefes de Gobierno, ministros de Asuntos Exteriores y líderes religiosos, inclusive de otras confesiones diferentes a la católica. Por el momento, se encuentran confirmadas las siguientes autoridades: la reina emérita Doña Sofía, la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, el ministro de Presidencia de España, Félix Bolaños, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, el presidente de Hungría, Victor Orban, el presidente de Polonia, Andrzej Duda, el rey de Bélgica, Felipe I, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa e incluso una delegación del Patriarcado Ortodoxo de Constantinopla.
Esta importante reunión de autoridades contará, además, con una cita masiva de fieles en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. La muerte del Papa Juan Pablo II congregó en este lugar a más de un millón de personas, lo que ha llevado tanto a Italia como al Vaticano a organizar, en apenas días, un amplísimo protocolo de seguridad.
Más de mil agentes de policía y militares estarán presentes en los aledaños de la Plaza de San Pedro y en toda Roma. Además, durante la mayor parte del día se cerrará el espacio aéreo en la ciudad, y unos 500 voluntarios, como Protección Civil, apoyarán a los cuerpos y fuerzas de seguridad en sus tareas de control y asistencia.