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Una de las formas más comunes e importantes de desarrollar la diplomacia, y que, además, tiene una relevancia fundamental, son las visitas que los Jefes de Estado u otros miembros de gobiernos e instituciones, realizan a otros países con los que mantienen relaciones diplomáticas. No obstante, existen varios tipos diferentes de visitas según quién las realiza y el propósito de las mismas. Por ejemplo, no es lo mismo una visita de Estado, que una visita de cortesía, al igual que no recibe el mismo nombre la visita que realiza un Rey, como jefe de Estado, que aquella que es realizada por un ministro.
Si comenzamos definiendo aquellas visitas con una importancia protocolar más alta, tenemos que empezar hablando de las Visitas de Estado. Éstas son aquellas que realizan los Jefes de Estado de un país, al encuentro de su homólogo de un país diferente. Pero, además, las visitas de Estado tienen una serie de características muy concretas que las diferencian del resto. Son citas que responden a una invitación previa por parte del Estado anfitrión y que sólo se realizan una vez durante el tiempo en que, el Jefe de este Estado (anfitrión), permanezca en el cargo. Esto no implica que no puedan volver a hacerse visitas del mismo Jefe de Estado invitado durante este tiempo, solo que no serán catalogadas como Visitas de Estado.
El resto de visitas oficiales, suelen nacer de la iniciativa del Estado que las realiza y no del anfitrión, aunque esto no es una norma y pueden realizarse visitas oficiales que respondan a invitaciones previas del Estado anfitrión.
Englobadas en el resto de las visitas oficiales encontramos aquellas llamadas “de cortesía”, que responden a una invitación a algún acontecimiento de carácter internacional desarrollado en otro país, aunque también pueden producirse en respuesta recíproca a una visita anterior o a un encuentro de los dirigentes en algún evento internacional.
Igualmente, dentro de las visitas oficiales se ubican las visitas de interés, que son aquellas que se realizan a instituciones de carácter supranacional y que suponen un interés especial para el Estado al que se representa; las de trabajo, cuando tienen una finalidad principalmente económica o empresarial; o las de cooperación, con carácter humanitario y social.
Por otro lado, encontramos las visitas privadas, que no se incluyen dentro de las visitas oficiales y que responden a una motivación privada y personal de los miembros de gobiernos e instituciones, como pueden ser vacaciones. Estas visitas, en ocasiones, también son aprovechadas para estrechar lazos entre los países, al hacer, estas personas, visitas a homólogos del país en el que se encuentran, aunque fuera del ejercicio de sus funciones.
